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Reinserción social tras el Tratamiento Oncológico

Foto del escritor: Catalina SaavedraCatalina Saavedra

Atravesar un tratamiento oncológico es un proceso que puede traer consigo no solo desafíos físicos, sino también emocionales y sociales. Una vez finalizado el tratamiento, la reintegración a la vida cotidiana puede generar temores, incertidumbre y la necesidad de adaptarse a una nueva realidad. A continuación, abordamos los desafíos más comunes.



Uno de los primeros desafíos que encuentran los pacientes al retomar su vida social es el temor a la recaída. Esta preocupación, aunque natural, no siempre es patológica, sino una reminiscencia de haber atravesado la enfermedad. Otros desafíos pueden incluir inseguridades relacionadas con los cambios físicos o emocionales sufridos durante el tratamiento y el temor al reencuentro social, especialmente si se ha producido un distanciamiento en los vínculos personales.

Gestionar este temor es, en sí mismo, un paso. Es importante evaluar su severidad: si el miedo interfiere con la vida diaria, es recomendable consultar con un psicooncólogo que pueda brindar herramientas para su manejo y valoración.



Estrategias para retomar actividades laborales o académicas


El regreso al trabajo o a los estudios después del tratamiento puede requerir tiempo y autocompasión. Gestionar la experiencia de haber transitado la enfermedad y permitirse adaptarse a un nuevo ritmo son pasos clave. Cada persona tiene su propio proceso y es importante respetarlo.En el mismo sentido, la vulnerabilidad no es recomendable que sea evitada, sino aceptada como parte de lo humano. Permitirnos sentirla nos ayuda a integrarla y a comunicarnos con mayor autenticidad. Identificar el momento adecuado y las personas con quienes compartir nuestras limitaciones o necesidades puede fortalecer los vínculos y facilitar el proceso.


La red de apoyo juega un rol fundamental en la reincorporación. Familiares, amigos y compañeros que han acompañado durante el tratamiento pueden ser pilares. Identificar quiénes fueron un sostén efectivo durante el tratamiento puede ayudar a reconocer quiénes estarán disponibles en esta etapa. Participar en grupos de apoyo o comunidades de pacientes también puede ser muy valioso, ya que ofrecen un espacio seguro donde compartir emociones y desafíos.



La identidad después del tratamiento


Aunque no es una regla, es común que los pacientes sientan que su identidad ha cambiado tras atravesar un proceso oncológico. La sensación de "desconexión" con el entorno social puede surgir como parte del proceso de adaptación. En este caso, es importante permitirse sentir esa desconexión inicialmente, identificar qué aspectos generan mayor preocupación y trabajar en ellos progresivamente.

La práctica de meditación puede ser de gran ayuda para reconocer pensamientos o emociones asociadas a la desconexión. Además, técnicas como el mindfulness, la terapia cognitivo-conductual o la terapia de aceptación y compromiso son recursos eficaces para manejar la ansiedad y el estrés.


Es natural sentir incertidumbre o temor al retomar la vida después del tratamiento. Sin embargo, es importante recordar que estos sentimientos forman parte del afrontamiento de una nueva etapa. Muchos de estos temores pueden estar asociados a situaciones imaginadas que no necesariamente ocurrirán.

Sostenerse en la red afectiva, confiar en la capacidad de adaptación y permitirse integrar los cambios como parte del movimiento natural de la vida son pasos fundamentales. Si el temor persiste o se intensifica, no duden en consultar con su equipo médico para evaluar la necesidad de apoyo profesional.


La reinserción social después de un tratamiento oncológico es un proceso gradual que requiere tiempo, paciencia y acompañamiento. Reconocer las emociones, aceptar las vulnerabilidades y apoyarse en las herramientas adecuadas puede transformar esta etapa en una oportunidad para redescubrir y fortalecer vínculos.



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